Compasiones innombrables

Aveces es difícil aceptar el daño que se le hace a otra persona
Es difícil verlo, desde acá
Desde los propios complejos,
Los propios anhelos, sueños
Desde los dolores y sin sabores que te empañan.

Aveces, simplemente, decides explotar
Dejar que todo salga de ti
Sin medir, sin mirar
Sin que te pueda ya importar
Inconsciente de todo, ciega y enferma.

Pero hay unas veces, solo unas pocas
En las que la compasión resulta impredecible
Esa compasión propia, y sobretodo ajena
De esas veces en las que rompes todo
Y fuerzas un par de cosas malas
Un par de esquemas que atropellas
Y algunas sorpresas nada gratas.

Aveces, una que otra.
Sabes que por ti mismo no te vas a detener
Que no vas a hacer capaz de frenar ese tren
Que al final alguien muy lastimado saldrá
Y tienes que hacer algo para estar en paz.

Son de esas veces en las que con el corazón en mano
Decides derrochar todo tu amor y orgullo
Decides provocar el cataclismo
El diluvio, el olvido de lo apreciable y bello
Es entonces cuando te armas para destruir
Y al ataque sorpresivo, el otro decide alejarse por sí solo.

Sabes qué es lo que necesitas
Como cuando la loba gruñe a sus cachorros para que obedezcan
Pero la cuestión temible,
Es cuando el corazón se resiste
Porque se ha enterado de las locuras insanas de la razón
-al menos así lo siente el, al menos así me siento yo-
Cuando se arrebata y se impulsa a hacerle regresar
A gritar que vuelva, que no es en su nombre que se ha atacado...
Ese será siempre el momento más temible,
Porque habrán heridas ya abiertas
Habrán palabras maltrechas
Y es justo ahí, cuando el valor debe estar más firme
Cuando uno se debe armar de lanzas
Pedir disculpas de antemano
Y después irse de ataque, poniendo cara a la batalla
Como si no doliera
Como si no importara.
Siempre dolerá, aunque bien sabes que esto lo debes provocar
Siempre lastima, pero llora en silencio, que el tiempo ya te sanará.

Aveces es así, porque conoces bien las consecuencias
Porque no hay más nada que hacer
Sabes que por ti misma no te irás
Que tu siempre como borrego regresarás
Solo queda una salida, hacer que te huyan
Ya sea porque te teman, ya sea porque les agobias.
Es una salida fija, porque cuando quieras regresar, no habrá camino ya.

Luego, te quedas en un rincón aguardando tormenta
Llorándote la ausencia
El desamor, y los sueños que a tus propias manos has debido romper
Pero todo es así,
De compasiones nos aprendemos a envolver
Y de tomar dolorosas medidas nos forzamos en batalla
Nos forjamos el alma.
Y es que al final entiendes todo
Porque logras ver como luego de tanto
El destino puso a cada cual en el mejor lugar.

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