Bajo el agua


Todo puede resultar más bello bajo el agua, todo se ve forzado a entrar en calma, a calmar la ansiedad de la existencia y danzar como lo pide su naturaleza, todo en un va y ven que se mueve a ritmo de paz aunque haya turbulencia, brilla y brilla todo bajo el agua, y los besos que me guardabas en medio del mar, no se comparan con las montañosas y rocosas realidades que nos destinamos a atravesar cuando salimos fuera de ese pacífico.

¿Cuando se nos acabó el verano? ¿Cuando sin premisas, fechas, ni pretensiones nos fuimos secando de ansiedad? En algún momento entrañable se nos desnudó el destino y nos sofocó la voluntad, en un punto guardado entre el tiempo y el azar que nunca vimos llegar, ni abandonar mar, nos fuimos descargando las rarezas y delicadamente nos trazamos huellas en la piel. Entre el oleaje y la marejada que nos ataba no escuchamos las voces y solo nos colmamos las miradas, los silencios y las caricias pero la voz hizo falta, las voz viva que grita al viento y le susurra ecos a las montañas, al eucalipto y al horizonte, una voz que nos reconociera o nos llamara en caso de ausencia.
Ahora transeúntes del destino nos cruzamos los caminos, nos reconocemos las miradas, pero nos desconocemos las almas y la tregua poco a poco se nos acaba, es que la ansiedad te delata cuando mi calma te desarma, y es ineludible que este sueño no pare de soñar, siempre latente entre las pupilas, siempre despierto, aunque sea a escondidas en medio del agua, como un pez que ya conoce su mar.




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