Si es que me llegas a ver.

Si me llegaras a ver algún día mordiéndome los labios, no vaciles en pensar que me muerdo las ansias y el deseo que se quieren desbordar como raudal entre palabras, un malévolo deseo que quiere precisar la convocatoria de lo poco sensato, de lo que frecuentemente esta incorrecto y de esta detestable obstinación de no odiar. Y es que cuando me acaricie las carnes con la dentadura, tal vez sea por la abstinencia de besarte la piel, por la extrañeza de tu boca y la levedad de tu voz, por esta impetuosa necesidad de encontrar un poco de esa paz que se nos da al querer.

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