Del va y ven

La vida, el amor, el destino, son eso, solo eso. Son un fin de los días, un fin sin sentido, con carácter, con amargura, con dulce de agraz y con mermelada de fresa, son la compañía de la soledad, el contraste de un andar sin pies, sin querer, sin mirar, sin sentir, sin pasión... 

Sin nada, tal vez el contraste de la nada, el contraste del todo, de lo que llena, lo que me deja vacía de vez en cuando, sin más, con todo, con lo absoluto, con el infinito, en la nada con lo indecible del corazón, eso que todos saben y conocen, eso a lo que se le da la espalda, eso que todos adolecen y aman, eso a lo que todos se apegan y abrazan. Lo que jamás se dirá, lo que ningún poeta por más libre que sea será capaz de develar en la extensión de su sinceridad y su grandeza de infinitud y honestidad, lo que el alma nunca pelará, eso que el corazón siempre ignorará. Un va y ven... El va y ven de la vida, del destino, del azar, así sencillo, complejo, duro y frágil, sin más que fluir y sin más que dejarlo ser, dejarlo andar...

Que más dará después del todo, de la nada, en donde el silencio sea la paz, en donde el consentimiento sea evidente ante lo amado y callado, ante lo oculto que siempre nos rompió el alma y el corazón, ante la inevitable evidencia de la perfección del tiempo y la sabiduría del destino, que aún ciego y analfabeta sabe más de la lógica y del camino que evidencia la razón.

Así sin más, te develo y te envuelvo en mi oscuro conocer, en mi indescifrable parecer, así sin más que entender que todo pasará, todo se mostrará y no me interesará callar ¿para qué? si todo lo bello alza las alas y deja su mirada en evidencia a las montañas y las nubes que nos cubren las almas.

Así, sin más que mis entrañas y mis ojos que les mira a ustedes con infranqueable franqueza, acepto este va y ven de la felicidad, de la tristeza, de la esperanza y del rincón que a oscuras de vez en vez visito en mi ajuar y mi palpitar en mi ineludible saciedad.