Cuando las palabras se hacen mudas.

Cuando las palabras se hacen mudas y los silencios se postergan, cuando las miradas se congelan y las razones se nos alteran. Ese punto de convergencia entre tus ansías y mis anhelos es justo el punto donde me voy quedando presa de un silencio de cartón, presa de este mal sabor a delirio y de mis pasiones ya inconvenientes, pasiones que se han marchitado por el deseo y la razón que me encasilla y que poco a poco se me va llevando la paz; y ni hablar de mis colirios por vos, ni hablar de esa inseguridad que me genera tu mirar, ese haz de luz que me atraviesa el alma y me alborota el palpitar, ni hablar de cómo te me escabulles entre las pestañas, y cómo te me robas el aliento en las mañanas.

Cómo no soñarte si es la única manera que tengo de vivirte, cómo no añorarte si mis manos y mi alma se enloquecen de ansiedad por entregarte el cariño que se me está quemando en el pecho, ese cariño que me confunde los sentidos, me despierta el desconsuelo y me desorbita la lógica, y es que ya muero por hablarte, cantarte, tocarte y sobre todo besarte, muero por sentirte, mirarte más de cerca y hablarte al oído, sencillamente muero por amarte, pero simplemente no logro ni observarte, se me entumecen las manos, se me hiela la boca, y con los miedos de mi alma el corazón se me acongoja.

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